Si hay algo que no le falta a Tailandia son playas paradisíacas de arenas blancas y mar de aguas transparentes, rodeadas de selvas espesas formando una imagen digna de una postal.
Lamentablemente, en los últimos años, a esa imagen, en su gran mayoría, hay que agregarle la de hordas de turistas que invaden hasta el último espacio disponible de esas arenas blancas. Ese es el caso en los destinos más destacados del sur de Tailandia, como Phuket, Koh Phi Phi y Koh Pha Ngan entre otros.
Aun así, con la gran cantidad de islas que posee Tailandia, se puede decir que quedan lugares que aún no están en los radares de las masas de turistas, y que valen la pena visitar, en no menor medida debido a eso.
Koh Yao Yai (la grande) es una de esas islas, junto con Koh Yao Noi (la pequeña) forma el archipiélago de Koh Yao. La isla se puede llegar desde Phuket o Krabi en ferry. Desde Phuket lo toman en el muelle Bang Rong, demora una hora y cuarto y cuesta 120 baht o si toman el bote rápido, demora media hora y cuesta 200 baht. Desde Krabi, toman el ferry público desde Ao Thalane, demora una hora y cuesta 200 baht.
La isla en si no tiene una infraestructura turística muy desarrollada. Tiene un poblado en el extremo norte de la isla, con un muelle desde donde salen y llegan la mayoría de los ferries. Hay algunos restaurants y bares, pero la vida nocturna es casi nula. Ahora si lo que buscan es paz y tranquilidad, alejarse de las masas de turistas y estar tirados en una playa en el medio de la nada, entonces este es su lugar.
Hay algunos resorts y hoteles en la isla, en los cuales quedarse. Nosotros estuvimos en el GLOW Elixir, que está ubicado en el extremo sur. Tienen varios bungalows modernos y bien equipados, lo interesante es que la ducha del baño está al aire libre. Lo mejor es que tienen una playa privada, que mira hacia el oeste, por lo que se puede ver el atardecer.
El resort está medio lejos del pueblo como para ir a cenar, pero el mismo tiene un restaurant, con ricos platos y tragos. Por la mañana se sirve el desayuno en ese mismo restaurant, con una espectacular vista al mar.
Si van a alguno de los resorts que están en el sur, fíjense de tomar el ferry que para en el muelle que está en el sur, ya que es mucho más cerca que si se bajan en el que está en el pueblo.
Hay varios tours que pueden hacer desde la isla, lo mejor es arreglarlos directamente en el resort y la mayoría son privados, ya que tampoco hay tantos turistas. Los buscan en Tuk Tuk en el resort y los llevan al muelle. Nosotros fuimos en un longtail a la isla de Hong, que es ideal para hacer snorkel, con sus espectaculares aguas cristalinas.
Tambien visitamos una isla con monos, y finalmente te llevan a alguna isla con una playa desierta, donde no haya más nadie.
La verdad que vale la pena hacer alguno de estos paseos, recorriendo en bote con vistas de las islas y el mar azul.
Nosotros hicimos buceo también desde la isla, con Elixir Divers, que está ubicado cerca del resort. Las inmersiones las hacen en un punto a mitad de camino yendo hacia Phi Phi, así que el buceo es muy similar al que hacen saliendo de allí.
Hay otras actividades que pueden hacer en la isla, como alquilar un kayak para recorrer la selva por el agua, hacia el interior de la misma. También pueden alquilar un scooter para recorrer la isla.
Dentro de todas las opciones de islas que tiene Tailandia, está creo es una de las más auténticas, con su población rural, infraestructura limitada y playas espectaculares. Quizás en el futuro corra la misma suerte de sus hermanas, y termine explotada por el turismo, o peor aún como la muy conocida Maya Bay que debió cerrar indefinidamente. Mientras tanto, es lo más parecido a lo que Di Carpio buscaba en “La Playa”…